¿Cada cuánto cambiar el cepillo de dientes? Claves para no descuidar tu sonrisa

Si miras ahora mismo tu cepillo de dientes, es bastante posible que lleve contigo más tiempo del que debería. Pasa a menudo: lo dejamos en el vaso del baño, lo usamos cada día… y se nos olvida por completo cuándo fue la última vez que lo cambiamos. Sin embargo, renovar el cepillo a tiempo es tan importante como cepillarse bien.

A partir de aquí, la idea es sencilla: saber cada cuánto cambiar el cepillo de dientes, reconocer las señales de desgaste y evitar algunos errores muy comunes para que tu higiene bucal sea realmente eficaz.

¿Cada cuánto hay que cambiar un cepillo de dientes manual?

La recomendación general de los dentistas es cambiar el cepillo de dientes aproximadamente cada 3 meses. Es el tiempo que suelen tardar las cerdas en deformarse y perder parte de su capacidad de arrastrar placa y restos de comida.

Con el uso diario:

  • Las cerdas se abren y se doblan.
  • Pierden firmeza y precisión.
  • Se acumulan más bacterias entre los filamentos.

Incluso aunque a simple vista parezca “aceptable”, lo más probable es que, pasado ese tiempo, ya no limpie igual de bien ni llegue con la misma eficacia a las zonas más difíciles.

Como orientación:

  • Lo ideal es no alargarlo más allá de 3 meses.
  • En casos muy concretos, podría llegar a 4 meses, pero no es lo recomendable.
  • Si ves signos claros de desgaste antes, adelanta el cambio sin dudarlo.

En niños, el cambio suele ser incluso más frecuente. Muchos pequeños muerden el cepillo, juegan con él o se cepillan con demasiada fuerza, de modo que las cerdas se estropean antes. En ellos, conviene revisar el cepillo cada pocas semanas.

¿Y cada cuánto cambiar el cabezal del cepillo eléctrico?

La realidad es que el cabezal de un cepillo eléctrico también debe cambiarse cada 3 meses aproximadamente, igual que un cepillo manual, no debemos caer en el malentendido: “Como es eléctrico, durará más”.

Las razones son las mismas:

  • Los filamentos se van abriendo con el roce.
  • La vibración o el movimiento rotatorio puede acelerar ese desgaste.
  • Un cabezal envejecido retira peor la placa, aunque el mango siga funcionando perfectamente.

Muchos modelos incorporan cerdas indicadoras de color que se van desgastando o aclarándose con el uso. Cuando ese color se ha desvanecido en buena parte del mechón, es una señal clara de que ha llegado el momento de cambiar el cabezal, aunque aún no hayan pasado tres meses completos.

En resumen:

  • Cepillo eléctrico ≠ cabezal eterno.
  • Si ves las cerdas abiertas, torcidas o “despeinadas”, cámbialo cuanto antes.
  • Tras una enfermedad (resfriado, gripe, infección…), también es buena idea estrenar cabezal nuevo.

Señales de que tu cepillo ya ha cumplido su tiempo

Más allá de contar meses en el calendario, tu propio cepillo te va dando pistas. Si notas alguna de estas señales, no hace falta esperar al “día exacto”:

Cerdas abiertas, dobladas o deshilachadas

Es la señal más evidente. Cuando los filamentos se abren hacia los lados o pierden su forma original, su capacidad de limpieza baja en picado. Ya no alcanzan bien los espacios interdentales ni el borde de la encía.

Pérdida de color en las cerdas

En muchos cepillos, algunas cerdas se tiñen de azul u otro color vivo precisamente para que actúen como indicador de desgaste. Si ves que el color se ha aclarado mucho o las puntas están blanquecinas, es un aviso de que toca renovar.

Has estado enfermo recientemente

Tras una gripe, anginas, COVID u otra infección, conviene estrenar cepillo. En las cerdas pueden quedar virus y bacterias que, en teoría, podrían contribuir a una reinfección o mantener la carga de gérmenes más alta de lo deseable.

    Olor o aspecto extraño

    Si el cepillo huele mal, tiene manchas oscuras o incluso ves algo parecido a moho en la base o entre las cerdas, tíralo sin pensarlo. Un cepillo viejo y húmedo puede convertirse en un pequeño “hotel” de hongos y bacterias.

    Notas que limpia peor

    A veces el primer aviso lo notas tú mismo:

    • Sensación de dientes menos lisos tras el cepillado.
    • Placa visible en zonas donde antes no quedaba.
    • Encías más irritadas o con sangrado, pese a cepillarte igual.

      Todo eso puede indicar que el cepillo ya no está haciendo bien su trabajo.

      ¿Qué pasa si sigues usando un cepillo de dientes desgastado?

      Usar un cepillo viejo no es solo una cuestión estética o de manía: tiene impacto real en tu salud bucodental.

      Por un lado, limpia peor:

      • Retira menos placa bacteriana.
      • Llega peor a los espacios entre dientes y al borde de la encía.
      • Favorece la acumulación de placa y sarro.

      Esto aumenta el riesgo de:

      • Caries.
      • Gingivitis (inflamación y sangrado de las encías).
      • En casos prolongados, enfermedad periodontal.

      Además, al notar que “no limpia”, muchas personas tienden a apretar más para compensar, lo que puede:

      • Dañar el esmalte.
      • Irritar o retraer la encía.
      • Aumentar la sensibilidad dental.

      Por otro lado, un cepillo muy usado puede convertirse en un reservorio de bacterias. Cada día entra en contacto con los gérmenes de la boca y, si además se guarda en un ambiente húmedo y cerrado, el entorno es perfecto para que proliferen. Esto puede favorecer:

      • Halitosis (mal aliento).
      • Encías más inflamadas.
      • Sensación de boca sucia pese a cepillarte.

      Por lo que cuesta un cepillo nuevo, no merece la pena alargar el viejo y arriesgar tu salud oral.

      Cómo cuidar tu cepillo para mantenerlo limpio y eficaz

      Igual que es importante saber cada cuánto cambiar el cepillo de dientes, también lo es cuidarlo durante esos meses para sacarle el máximo partido.

      Enjuágalo bien después de cada uso

      Tras cepillarte:

      • Acláralo bajo el grifo, retirando restos de pasta, comida y saliva.
      • Asegúrate de que no quede nada entre las cerdas antes de guardarlo.

      Así reduces la cantidad de bacterias y evitas que la pasta se quede endurecida.

      Déjalo secar al aire

      Después de enjuagarlo:

      • Sacude el exceso de agua.
      • Colócalo en posición vertical, con las cerdas hacia arriba.
      • Déjalo en un lugar ventilado, donde pueda secarse entre cepillados.

      Evita los estuches cerrados cuando está húmedo; retienen la humedad y favorecen el crecimiento bacteriano. Si necesitas usar funda, mejor con orificios de ventilación.

      No lo compartas (ni lo pegues al de otros)

      Cada persona debe tener su propio cepillo. Compartir cepillo es compartir bacterias… y a veces infecciones. Si guardas varios cepillos en el mismo vaso, procura que las cabezas no se toquen.

      Mantén limpio el portacepillos y el entorno

      Conviene:

      • Colocar el cepillo lo más alejado posible del inodoro.
      • Bajar la tapa antes de tirar de la cadena.
      • Limpiar periódicamente el vaso o portacepillos.

      Son pequeños gestos que ayudan a mantener el cepillo más higiénico.

      Y los niños, ¿cada cuánto cambian el cepillo?

      En los más pequeños es frecuente que el cepillo:

      • Se muerda.
      • Se arrastre con fuerza sobre los dientes.

      Todo eso hace que las cerdas se abran antes. Por eso, en ellos:

      • Revisa el cepillo con más frecuencia.
      • Cambia cada 3 meses o antes si se ve claramente estropeado.
      • Estrena cepillo nuevo tras enfermedades (catarros, gastroenteritis, varicela…).

      Renueva a tiempo y tu boca lo notará

      Mantener el cepillo en buen estado es una parte esencial de la higiene diaria, igual que el hilo o los cepillos interdentales.

      En Campus Dental te ayudamos a revisar tus dientes, encías y hábitos de higiene: cómo te cepillas, qué tipo de cepillo te conviene y cada cuánto deberías cambiarlo según tu caso. Cuidar estos pequeños detalles marca una gran diferencia en la salud de tu sonrisa.

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